Shakira: el desconcierto en su concierto!

No podía creer que las lágrimas brotaran de mis ojos, cuando a través de una de las tres pantallas gigantes ubicadas cerca al escenario por fin vi salir a Shakira, cantando Pienso en ti. Durante las 11 horas que estuve de pie, a pleno rayo de sol y amenazada por los empujones, que no sabía si me los daban o yo propiciaba,  tuve la sensación de llorar, pero de la ira que me producía la pésima organización de tan magno evento.

Desde las 9 de la mañana empecé a hacer la fila en las afueras del Parque Simón Bolívar, como iba recién desayunada, no me antojé de nada de comer ni de tomar y tal vez la emoción del concierto nubló tanto mis pensamientos que no pensé a futuro, no consideré que estaría de pie sin comida, sin bebida, sin baño. Mi cuerpo se convertiría en un ente energético sin necesidades básicas ni fisiológicas. Y ¿cómo no?, si los pocos vendedores camuflados que cabían en la zona de Platino, a pocas metros de donde los artistas cantarían, hicieron más que su agosto, más que su navidad, la mayor de las usuras: aprovechando que en Bogotá, después de varios días, por fin salió el sol, cobraban $8.000 por una bolsita de agua, $5.000 por un vaso de gaseosa y hasta $30.000 por una botella 2 litros de la misma!!!

Pero la usura no fue lo único que predominó en la espera, la logística no tuvo en cuenta que habían personas acampando desde el lunes anterior y que le sol calentaba las filas desesperadamente, haciendo que los asistentes quisieran entrar al Parque desde las 11:00am, como estaba impreso en cada boleta. Pero no fue así, el sol alcanzó su cenit y la fila de ingreso se convirtió en un tumulto de gente que  aclamaba la apertura de puertas. Pero la policía hizo caso omiso de las peticiones, permitiendo que los chalequeadores dejaran sin celular, sin entrada y sin billetera a más de uno. Otros no lograron esperar y desmayaron entre la aglomeración.

Casi a la 1:00pm, cuando por fin se dio inicio al ingreso (unas 10 personas recibían a los 90 mil espectadores), hubo el mayor descontrol, los empujones tumbaron hasta las rejas metálicas que tratan de formar las filas, la gente corría por entre los anillos humanos que los policías formaban, muchos entraron sin que les revisaran las entradas, sin requisa, sin control... tanto que parecía más un evento gratuito de caridad, con “gamincitos de kokoriko”, que un Pop Festival, con público que había pagado casi 300 mil pesos por la aventura!
¿Es en Bogotá en donde no hay escenarios para hacer conciertos? O ¿somos los bogotanos quienes olvidamos qué es tener cultura ciudadana? ¿Será que aún no estamos preparados ni siquiera para disfrutar sanamente de un buen espectáculo? ¿Por qué no había visto este en conciertos que cuentan con silletería numerada?
Esas preguntas rondaban en mi cabeza cuando la agrupación Bomba Estéreo salió con su propuesta de sonidos tropicales, pero, mientras sonaban los tambores descubrí la cantidad de provincianos (sin ofender) dentro del lugar, miles de personas compraron su boleto de avión o viajaron varias horas en bus, exclusivamente para ver a Shakira, claro pues ella, con su espectacular show solo tuvo cabida en la agenda para iluminar a la capital. Ufff eso me tranquilizó un poco, la mala disposición y desorden no eran solo rolos. ¿más preocupante?
El sol seguía, la sed aumentaba, el agua encarecía, los ánimos disminuían, hasta que una voz cantando “sin compromiso, sólo dale hasta el piso, suelta tu pelo liso…”, de repente revivió el espíritu reggetonero y nos hizo olvidar el cosquilleo de los pies dormidos. J. Balvin llenó de energía el Parque Simón Bolívar, mientras que muchas personas se portaban odiosas y no dejaban que otros pasaran, ni siquiera al baño.
Ya había notado a mi alrededor la cantidad de hombres entre el público, es más, puedo decir que habían más hombres que mujeres y no entendía cómo es que este concierto no le llamaba la atención a ninguno de mis amigos hombres, siendo tanta la representación masculina en el lugar… esto levanto ciertas sospechas en mi, las cuales confirmé cuando la agrupación Train salió y su cantante despertó suspiros, chiflidos y ovaciones no sólo en las mujeres, también en los caballeros, a quienes vi cada vez más y más delicados. Así es Shakira: tu público en es un 60% homosexual (a quienes adoro) y el otro 40% mujeres románticas, despechadas y desesperadas, como yo!... la combinación perfecta! Bueno dejemos un índice mínimo para los novios que acompañaron a sus amores.

Una vez terminada la espectacular presentación de Train, era inminente la aparición de la estrella de la noche, ya pasadas las 6 de la tarde, se sabía que esperaríamos sólo una hora más, para ver a las 7:00pm a la Barranquillera que nos unía en torno a su música… Pero una vez más, la mala organización se puso en evidencia con cada tic tac del reloj, cada minuto después de las siete de la noche, sigilosamente los empellones movían la marea de gente, que sin ánimo aplaudían para que saliera la artista.
7:45pm, parecía una bomba de tiempo, nada estaba listo pero sólo los gritos pidiendo parar de empujar, codazos iban y venía, muecas, miradas retadoras, agresividad…
Todo duró hasta que el silencio le ganó a los gritos, cuando Shakira desgarró las lágrimas de los presentes cantando desde uno de los puntos del parque, pasando por medio del público, iluminada y majestuosa!
Todos nos volvimos amigos, saltamos, lloriqueamos, cantamos y aplaudimos al escuchar su saludo, que fue hasta chistoso: “sólo deseo que la pasen muy bien esta noche” y de seguro fue así, pero me preguntaba si al pronunciar esas palabras, ella tenía la más mínima idea  de lo que habían sido los últimos 660 minutos!

A pesar de estar bien adelante, mis 1.67cms de estatura permitían por ratos que sólo viera las cien mil cámaras que querían encapsular a la estrella en pequeños instantes de mágicos colores.
Finalmente, sólo escuchaba como la comunidad Gay adora a Shaki, como la idolatraban le mandaban amores, besos y proclamaban que todo el esfuerzo valió la pena por ella… “The Power of Shakira”, era el lema de muchos…. 
Yo disfruté y mucho del espectáculo, lloré, brinqué, reí, aguanté y canté con el alma al aire y los pensamientos lejos de allí, pero aún me preguntó si vale la pena pagar todo eso por estar tan incómodo e inseguro, si el problema es del lugar o de los asistentes y si volvería a otra locoaventura como esa….

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